Una Tarde Rural
La mesa de los borrachos está en el fondo del restaurante, a mi ese nombre no me gusta, pero el de mesa de intelectuales me gusta mucho menos, prefiero ser calificado de vago que de inteligente. Una cerveza para refrescarme y ver si los vapores del alcohol me ayudan a concentrarme en lo que tengo que escribir, hoy se vence el plazo para entregar el libro, pero aún no tengo un final.
La playa es un
lugar excelente para vivir si puedes acostumbrarte al calor todo el año, aquí
eso de las estaciones se reduce a siete meses de calor y cinco meses de calor
con lluvia, los días de verano son particularmente duros después que para el
viento, y hoy estamos con una sensación térmica de cuarenta y dos grados.
Definitivamente es buena idea ir por esa birra.
La mesa tiene una
ubicación privilegiada del restaurante que permite ver todo alrededor, a la
izquierda esta la barra y el área de caja, y detrás esta la cocina a la que se
accede por una puerta muy amplia entre la barra y la caja. A la derecha se
levantas varias columnas de madera que soportan un techo a dos aguas
blanquísimo del que cuelgan sendas lámparas de mimbre y cuatro ventiladores que
giran a máxima capacidad todo el día.
Me acerco a la
mesa por pequeño pasillo que se forma por la pared perimetral del predio, los
baños están al fondo a la derecha, entrar por allí me permite evitar cruzar el
salón de un lado a otro. Uno de los meseros se acerca a preguntarme si deseo
tomar una cerveza (ya me conocen los muchachos).
- Obvio bobis -
le respondo con mi frase favorita para este tipo de preguntas. Me acomodo en la
silla que me deja de espaldas al pasillo y apenas termino de acomodarme cuando
me llega la cerveza, cubierta de una fina capa de hielo.
Puedo ver una
camioneta 4x4 de color gris oscuro llegar y estacionarse frente al restaurante,
un hombre joven y corpulento se baja y da la vuelta alrededor del carro para
ayudar a su acompañante a caminar hasta la mesa, se sientan en la mesa que esta
inmediatamente frente a mí, el quedo de espaldas a mí y ella en el puesto a su
derecha, asumo que son pareja por la forma en que el muchacho mira a la chica,
el mesero se acerca con un par de menús para recibirlos.
- Hola ¿en qué
puedo servirles? - preguntó amablemente el mesero
- ¿Podría
traernos dos cervezas por favor? - fue el pedido del novio
- Yo no quiero
cerveza, ¿tienen batidos de frutas? replico inmediatamente la novia
- Si claro,
tenemos papaya, sandia, mango, piña y banano, también tenemos....
- Piña está bien,
interrumpió la joven
El mesero volvió
su mirada hacia el novio - Para mí está bien una cerveza - le confirmo el
hombre mientras volvía su atención a su acompañante
El mesero se
retiró hacia la zona de caja para ingresar el pedido en su sistema de ventas.
- Quizás debiste
hacerme caso - inicio la conversación el novio
- No me des
sermones en este momento por favor, los pies me duelen demasiado para discutir
- Lo siento, pero
es que trate de advertirte...
- Lo sé, solo
quiero que aprovechemos al máximo nuestro tiempo aquí, nunca pensé que la arena
podría causar quemaduras tan dolorosas.
Le doy un trago a
la cerveza y cuando la pongo en la mesa veo como se empiezan a formar pequeñas
gotas de agua a medida fino hielo se derrite, las gotas se van juntando y
creciendo.
El novio se
inclinó para revisar los pies de la muchacha, los levanto cuidadosamente y
desde mi puesto pude ver las plantas de sus pies enrojecidas, probablemente
pasarán sus días de vacaciones en el cuarto de algún hotel del pueblo, con
suerte tendrán alguna piscina disponible para remojar el aburrimiento.
La licuadora de
la barra dispara el feroz gruñido cuando empieza a funcionar y se escucha como
el hielo va estallando en mil pedazos hasta convertirse en una densa mezcla de
piña congelada, miel y agua. Lo inesperado del sonido me hace saltar en la
silla por el susto y la muchacha se ríe, yo le sonrío de vuelta un poco apenado
pero feliz de que no haya sido un oso que me emboscaba para luchar conmigo, el
novio de la chica voltea a ver a quien le sonríe su chica y se me queda
mirando.
- Cuando estén en
un lugar tranquilo puedes remojarle los pies en agua con hielo y un poco de
vinagre, no sé por qué, pero mi vieja siempre me decía que las quemaduras
sanaban más rápido con vinagre - le digo al novio que pone cara de amable para
tratar de disimular sus celos.
- Gracias - me
responde mientras vuelve la vista hacia su novia.
Mientras el novio
vuelve su atención a su chica veo al fondo en la calle una moto que viene por
la calle, parece que viene flotando por el efecto que causa el calor en el
asfalto y desaparece detrás de un gran matapalo que está en la orilla de la
calle, inmediatamente desoues, veo la moto entrar al estacionamiento y parar
con una dudosa pericia en el ángulo opuesto al edificio, de ella se baja un
muchacho con un casco que parece que le queda un poco grande y le quita un poco
de seriedad.
Aparece el mesero
con la cerveza y el batido de piña para mis vecinos, los deja sobre la mesa y
desaparece en dirección a la cocina, tomo otro trago de la cerveza y cuando la
pongo en la mesa veo dos gotas caer casi en simultaneo, por un momento creo que
habrá una colisión de gotas, pero en el último segundo la gota de la derecha
tomó impulso y arrasó hasta llegar al portavasos donde desapareció, seguida de
cerca por la gota de la izquierda.
El motorizado
atraviesa todo el salón y casi se lleva una silla con su morral de entregas
tamaño gigante, se acerca a la caja y se levanta el visor del casco para hablar
con la cajera.
- Vengo a recoger
un express - dice el motorizado
- Son 12.500
colones - le responde la cajera que está en su estación de trabajo y de la que
solo alcanzo a ver el cabello
- Que calor tan
ijueputa que hace hoy - le dice el motorizado mientras alcanza su billetera
- Si mae, esta
terrible - escucho la melodiosa voz responder
- Aquí tienes linda
- y el muchacho extiende su mano con un billete naranja, creo que son 20.000
colones.
Suena una
campanilla desde la cocina y sale el mesero, llevando tres grandes bolsas color
café que deja en el borde del muro de caja, justo al lado del motorizado.
- Este es su
cambio - la chica le devuelve al joven algunos billetes, veo rojo y amarillo,
seguro deben ir algunas monedas, pero esas no las alcanzo a ver.
- Gracias - le
responde el mensajero a la cajera mientras toma los billetes de su mano
tratando de tocar sus delgados dedos, no se puede perder ninguna oportunidad de
flirtear, hay que maximizar las opciones y mientras más se intenta más
posibilidad hay de que algo pase, es simple estadística y el motorizado lo
sabe, el burro no coge por lindo sino por insistente.
El motorizado
pone su bolso en el piso y empieza a acomodar el pedido dentro, se asegura de
cerrarlo y luego hace un movimiento que se nota que ha ensayado cientos de
veces. Usando su brazo izquierdo levanta el bolso por el tirante de carga,
luego se inclina un poco para deslizar la carga por su espalda al tiempo que
tira su brazo derecho hacia atrás en un movimiento de tirabuzón invertido que
toma la otra cinta de carga y con un pequeño saltito hace que todo caiga y se
asiente por su propio peso, se baja el visor y se da la vuelta para despedirse
de la cajera. Calificación 9 de 10, ejecución perfecta pero el casco
definitivamente le quita seriedad.
No entiendo la
despedida del motorizado a la cajera porque con el casco cerrado se distorsiona
mucho.
El ruido de
sillas arrastradas me hace volver mi atención, un grupo de seis personas que
parecen familia está tratando de sentarse en la mesa que está del lado donde
espera la moto del mensajero. Dos parejas adultas y tres niños se están
tratando de organizar. El mesero ya los había visto venir y está sacando una de
las sillas para bebes que están en el pequeño pasillo a mis espaldas.
Las mesas y
sillas del restaurante son de madera de guanacaste, son fuertes y pesadas, pero
tienen un acabado muy suave, las hay de dos tamaños diferentes: las pequeñas
como en la que yo y la parejita estamos sentados tienen cuatro puestos y las
grandes tienen seis, uno de los niños está tratando de dar órdenes acerca de
donde deben sentarse cada uno, él no quiere estar junto a su hermanito. Los
padres se sientan lo más pronto posible, se puede ver en sus caras que están
cansados y quieren comer.
En uno de los
extremos esta una de las mujeres, con un bebe en brazos tratando de acomodarlo
en la silla alta que acaban de instalar a su izquierda, en la silla a la
derecha de la madre está el hermano mayor, infeliz por la elección de asientos,
y cubierto de punta a punta por una gruesa capa de bloqueador solar, creo que
debe tener unos seis años. Luego está la niña de la otra pareja, una niña que
unos siete años que se ve que habla sin parar sin importarle si alguien al
escucha o no.
En la otra punta
un hombre con un bigote muy grueso que parece una herradura se sienta y escucho
la silla emitir un pequeño crujido ante la masividad de su ocupante. la
siguiente es una mujer, igualmente voluminosa y que suda copiosamente, la mujer
tiene un pequeño ventilador en su mano y un paño en la otra tratando de
controlar las gotas que corren por su cara con poco éxito. Finalmente, entre la
señora del ventilador y él bebe está el padre del pequeñín, con cara de
cansancio como la que se tiene cuando se trabaja en alguna oficina de algún
edificio de alguna ciudad fría y saturada de todo. el mesero entrega los menús
y se retira a preparar el menaje de la mesa.
No puedo escuchar
que dicen porque el parlante con la música esta justo a mi lado, pero me
imagino que la conversación es algo como:
- Yo quiero
helado - exclama el hermano mayor
- El helado es
postre no almuerzo - le replica la madre mientras le señala en el menú alguna
otra opción que el niño no podría entender, porque no sabe leer y no entiende
español.
- Yo quiero
helado! - exclama como alterado el pequeño
- ¿Quieres comer
un sándwich? - Pregunta la mujer del ventilados a su niña.
- Esta mesa está
muy bonita, un sándwich estaría bien, y un helado también - responde la niña
- El helado para
después de la comida - dice el bigotón
- Ves, helado
después de la comida - dice la madre insistiendo al niño mientras trata de
atrapar al pequeño que casi se escapa de la silla
- Tu ya sabes que
quieres? - Le pregunta la mujer del ventilador a la madre de los dos pequeños
- Algo ligero -
responde esta - quizás un sándwich también
Sigo viendo el
intercambio y especulando que podrán estar diciendo, las negociaciones están
tomando algo de tiempo y el mesero regresa para preguntar si ya saben que
quieren tomar.
Vuelvo mi
atención a mi cerveza, ya las gotas se forman solo desde el último tercio de la
botella, me quedo mirando al techo a dos geckos que parece que están hablando
de algo muy serio, uno de los bichos trata de alejarse y el otro le grita
- No vayas hacia
allá, aquí del lado del techo de caña brava hay mas mosquitos.
- No me interesan
los mosquitos, de ese lado siempre se para un pájaro mirando el techo y me da
miedo
- No te
preocupes, los pájaros son tontos ademas estamos muy lejos, no hay forma de que
nos alcance antes de que lleguemos bajo la palma del techo.
- No lo se, me
parece muy arriesgado por unos mosquitos, yo prefiero quedarme cerca de la
lampara, siempre hay alguno de esos mosquitos que cegados por la luz terminan
volando hacia acá y pum! lista la cena.
- Bueno tu
sabrás, yo voy a estar por allá si te animas.
Me saca de la
conversación de los geckos el mesero que vuelve de la mesa grande con la orden
de comidas y bebidas y una cara de perplejo que me pica mi curiosidad, todos en
la mesa se ven derrotados pero contentos, excepto el bebe que se quedo dormido
y parece un pequeño beodo.
- Esa gente viene
desde tan lejos a tomar coca cola – le dice el mesero a la cajera con un grito
en bajo volumen mientras ingresa su orden al sistema - coca cola y sandwiches!,
en el país de las frutas tropicales y la comida no procesada ellos escogen coca
cola y sándwiches!. Debiste ver sus caras cuando les dije que no había
hamburguesas pero que el chifrijo y los frijolitos blancos estaban excelentes.
- Yo eso no lo
entiendo tampoco mae, como pagan tanta plata para ir a otro lado y querer
sentirse como en casa, si para eso son las vacaciones para olvidarse de la casa
- le replica la cajera.
Una de las
cocineras se asoma rápidamente a ver como esta el salón y curiosa por ver quien
ordeno seis sándwiches de queso y me saluda desde lejos agitando su mano. Le
correspondo su saludo levantando la botella que ya esta casi vacía.
El encargado de
la barra alista seis botellas de coca cola y las pone en el mesón junto con una
botella de agua, seis vasos con hielo, seis pajillas y seis porta vasos, todo
cabe perfectamente en la bandeja. Terminada de cargar la bandeja el mesero se
lanza hábilmente y maniobra entre las mesas para entregar sus pedido.
La campanilla de
la cocina suena nuevamente y el segundo mesero sale llevando la comida de la
pareja que esta sentada frente a mi, dos casados, que sirven bien de desayuno,
almuerzo o cena, son acomodados en la mesa y los chicos empiezan a comer en
silencio viendo sus teléfonos móviles.
Termino mi
cerveza y se acerca un amigo que viene a pedir algo para llevar, después de los
saludos de rigor iniciamos nuestra conversación.
- Como va todo? -
le pregunto a mi amigo
- Todo bien, han
sido días tranquilos, en el mundo ya no hay novedades, siempre lo mismo,
guerras, desastres naturales, gente con mucho y gente con nada todos buscando
lo mismo - me responde mi amigo mientras le hago una señal al mesero para pedir
otra cerveza.
- Si, la verdad
el mundo se ha vuelto un lugar tan emocionante que aburre - le respondo
- Y tu como vas?
- me pregunta mi amigo
Me quedo mirando
el fondo de mi cerveza, pensando en como voy. La verdad debería estar
escribiendo pero aquí estoy escuchando geckos hablar y tomando birras, la cosa
va bien diría yo.
Cuando el mesero
me cambia la botella vacía por otra salgo de mis pensamientos y le respondo a
mi amigo - Todo va bien bicho, no mucho
ha cambiado desde la ultima vez, solo tiempo ha pasado.
Mi amigo le dijo
al mesero que quería llevar una sopa, andaba con resaca y necesitaba algo que
lo recuperara. Note que esta botella no
llego a tener la fina capa de hielo así que las gotas se forman mas
rápidamente, .
- Y ¿cómo va la
escritura? - vuelve al ataque mi amigo
- Pues bien,
estoy tratando de escribir el final de la historia, hoy es el último día para
mandarlo al editor si quiero que se tome en cuenta para ser publicado.
Suena la
campanilla de la cocina y el mesero que atiende a la familia sale con seis
sándwiches de queso, ambos volteamos a mirar al mesero maniobrar entre las
mesas
- Y entonces, ¿de
qué va esa historia? - me pregunta
- Un cuento
acerca del secreto de la felicidad, pero aún no sé cómo terminarlo.
- ¿No quieres
revelar el secreto entonces?
- Si quiero, pero
siento que es más complejo que eso
- ¿Como es eso?
En el parlante
arranca a sonar Chilanga Banda y ambos empezamos a cantar. El novio de la mesa
del frente se levanta para pagar, mi amigo mira el pie de la chica y me mira
con cara de dolor.
- Arena caliente
- le digo
- ¿Como sabes?
- Los escuche
hablar de eso cuando llegaron.
- Que feo
- Una cagada,
imagínate unas vacaciones así
Ambos volteamos a
ver a los chicos y les hicimos un gesto de despedida, el novio abrazo a su
chica por debajo de los hombros y la ayudo a ir hasta el carro, se montaron y
arrancaron levantando una pequeña nube de polvo que se asentó rápido.
Ambos nos
quedamos mirando hacia la calle en silencio por un segundo. El efecto del calor
en el piso era hipnótico y ambos lo habíamos notado.
- Mucho Calor -
me dijo
- Si, muchísimo,
creo que estamos por los cuarenta.
- Que duro, yo
quisiera tomarme una birrita pero esta resaca me esta matando.
- Te entiendo,
para mi esta es la ultima, después de tres empieza el riesgo de fiesta y resaca
y no me gusta esa idea, ademas, tengo que volver a escribir.
La campana de la
cocina sonó una vez mas, una nueva bolsa color café salio de la cocina a la
caja y mi amigo se acerco a recibirla y le dio un billete de 5.000 a la cajera.
- Muchas gracias
- le dijo la media luna de cabello desde la caja
- Gracias a
ustedes - respondió mi amigo y salio por el pasillo
Yo volví al
calor, a los ventiladores de techo y los geckos parlantes, a las familias
cuadradas y las carreras de gotas, a las heridas y los espejismos. Esta
historia quizas se quedara sin publicarse, porque aun no logro explicar cual es
el secreto de la felicidad.