De como inicia esta aventura.
Bogotá - Medellín - CapurganáMedellín desde el Parque Explora (click para mas fotos) |
Parte I - El inicio de la aventura (oh sorpresa)
El inicio fue un proceso sencillo, empacar todo, montarse en un bus y listo; o al menos eso es lo que pensábamos. Oficialmente nunca tuvimos fecha de salida, por lo que una vez que estábamos desocupados decidimos salir lo antes posible, entiéndase en 3 días, por lo que teníamos que terminar de entregar la casa, empacar, recoger, limpiar etc. Parece fácil, pero a lo largo del tiempo vas acumulando cosas, y en momentos como estos debes decidir que dejar, que llevar, y que dudas si llevas o no, en nuestro caso, todo fue una duda, herramientas, ropa, equipo, y hasta algunos recuerdos, todo estuvo al filo de quedarse pero finalmente logramos sacar lo que pensábamos era necesario. Y ahí empiezan las cosas a enredarse, primero con las bicicletas; compramos unas bolsa "especiales" para llevarlas, pero las éstas eran muy grandes y las bicis bailaban dentro, junto con algunas cosas que guardamos ahí, llevarlas a cualquier lado era una proeza, por lo inmanejable y lo pesado, pero logramos llevarlas a la parada y montarlas en el bus (que nos cobró un pasaje adicional por cierto) La segunda sorpresa, tráfico, Bogotá es un caos en las tardes, y nosotros nos olvidamos de ese detalle, y a pesar de que salimos con más de 2 horas de anticipación, llegamos a la terminal de buses sobre la hora de arrancar el bus, lo que nos llevó a la tercera sorpresa. Al llegar a la terminal bajamos las cosas, bicis, morrales y un morral con los electrónicos que teníamos (cámaras, computador) y con la corredera, olvide entregarle ese bolso a Alexandra para que lo tuviera, salimos corriendo al otro extremo de la terminal con 40 kilos de carga que arrastramos por el piso ya que el peso no nos permitía llevarlas de otra manera (lo que ocasiono que las bolsas se rompieran en su primer uso) al llegar a la zona de embarque nos dicen que solo faltamos nosotros para que el bus arranque, y fue en ese preciso instante en que nos dimos cuenta que olvidamos el bolso mas pequeño en el piso en la parada apenas nos bajamos. Esto desató una crisis terrible, a minutos de abordar el bus, corrí al otro lado del terminal para encontrar el lugar donde nos bajamos, pero estaba vacío, no estaban los buses, no había chóferes, solo con un vigilante que no sabía nada. Corrí de vuelta a la taquilla de la línea de buses para cancelar el viaje, no iba a irme sin tratar de conseguir esas cosas y en el camino encontré que uno amigos habían llegado para despedirnos, así que ahora era una crisis con apoyo, sin consultarlo cambie los pasajes para el próximo bus lo que nos daba una hora y media más para resolver la situación. Alexandra por un lado estaba más resignada que yo, pero mi caso era crisis absoluta. Después de muchas vueltas, enojo, frustración, y el apoyo de los panas, llegue a sentarme en la salida derrotado y sintiendo que todo estaba perdido, un mal inicio de viaje. Paralelo a esto Alexandra insistió en ir a la oficina de operaciones de la terminal, donde los atendió el personal de guardia y después de un intenso intercambio de comunicaciones por radio, el bolso fue devuelto por algún pasajero honrado que simplemente lo llevo a seguridad de la terminal. El viaje dió un giro, la suerte estaba a nuestro favor, en un terminal de buses como el de Bogotá, con la cantidad de gente que se mueve allí y la inseguridad que lo caracteriza tuvimos la fortuna de poder contar que nos devolvieron la mochila intacta, Dani y Alexandra se pusieron a saltar y a abrazar a todos en la oficina, habíamos recuperado una cámara DSLR, una cámara deportiva y la computadora (desde donde se escriben estas líneas), papeles y dinero, así que todo volvía a la normalidad, llego la hora de salir a Medellín y despedirnos, quizás para siempre, de Bogotá.
Parte II - Medellín y los rumberos enfurecidos
Los viajes en bus nunca son muy placenteros, menos aun cuando el bus tiene cierto aire de tumba faraónica inmovilizadora, que parece muy cómodo pero en realidad resulta terrible. Medellín se parece mucho a Caracas, pero modernizada, con mucha planificación y trabajo para hacerla, según nuestro criterio, la mejor ciudad de Colombia. Algo de lluvia pero más cálida, y mucha gente amable, nos hizo sentirnos muy bien. Llegamos a un hostal muy tranquilo, descansamos un poco y luego salimos a pasear y conocer mas de cerca el mítico "Medallo" que tanta envidia genera en los Bogotanos. La ciudad es un encanto, tiene diversos parques, es extremadamente limpia, con un metro alucinante, aquí se entremezclan la naturaleza y la ciudad lo que la hace única. El primer día nos decidimos por ir a conocer el Parque explora, que es un parque de ciencias muy divertido en el que te puede llevar recorrerlo al menos tres horas, un paseo que vale la pena hacer allí. Regresamos al hostal y salimos de rumba esa noche, una rumba furiosa porque queríamos bailar, para celebrar el inicio de la aventura, pero aparentemente no elegimos el mejor lugar para ello, buena música pero poco espacio. La zona rosa de "El Poblado" (Zona turística y repleta de extranjeros)estaba llena de bares pero ninguno ponía más de 2 canciones para bailar y después entraban en un ciclo de reguetton y cualquier cosa que no era nuestra onda, así que después de entrar y salir en 5 bares, decidimos descansar. El resto es historia, visitas a mas museos, algunos intentos de comprar cosas que faltaban y prepararnos para seguir el viaje a el punto más cercano a la frontera, Capurganá.
Parte III - Capurganá
Capurganá es una isla, pero no rodeada solo de agua, es más bien una isla rodeada mitad por agua y mitad por la selva del Darién, donde puede que lo más peligroso no sea la selva sino los que por ahí deambulan haciendo su vida de algunos negocios ilegales. Para llegar a Capurganá, nuevamente nos tocó un bus, esta vez por 10 horas, desde Medellín hasta un pueblo en la costa llamado Necoclí, el viaje es principalmente a través de las montañas hasta que llegan a la zona de la costa donde ya es más plano todo, en la terminal de Medellín tienen servicio de guardaequipajes y es muy práctico dejar todo ahí y poder moverte en la ciudad, para después ir a esperar el bus. Hay dos opciones para llegar a Capurganá, ambas en lancha, pero con duraciones diferentes, la opción más larga es desde Turbo, la más corta que es la que tomamos nosotros desde Necoclí, el viaje en bus dura una hora, y lo mismo se incrementa. Una cosa importante, los viajes en lancha siempre son bastante movidos, aun en el mejor clima, el mar tiene olas, que parecen pequeñas, pero para los estómagos débiles es importante evitar comer ácidos o lácteos antes de salir, y si insisten en hacerlo, al menos siéntense al final de la lancha, donde no saldrán los proyectiles del desayuno devuelto volando en dirección de los pasajeros, se los digo por experiencia, es difícil esquivar vomito en espacios reducidos. Otro detalle importante, los bolsos puede que se mojen, no siempre pero es una posibilidad real, así que es mejor tomar previsiones, bolsas negras, para guardar todo bien, y no pasar el chasco de llegar con toda la ropa mojada. Al llegar al muelle de Capurganá hay un pequeño punto de control, migración y policía está ahí, los pasajeros buscando sus bolsos como locos, y después los trabajadores de los hostales buscando clientela, si ya tienen reserva es mejor decirlo de una vez, porque los muchachos pueden ser insistentes, si no, es mejor alejarse un poco, esperen salir del muelle a ver que consiguen. En Capurganá empezó realmente la parte de viajeros, allí nos quedamos en un hostal muy lindo, La Bohemia, una casa hermosa, ubicada entre la selva y el mar, con un ambiente muy lindo, relajado, y con gente muy interesante, allí conocimos a muy buenos amigos, compartimos risas, filosofía, y un poco de locura. En Capurganá hay muchos paseos buenos, que vale la pena hacer caminando, son caminatas por zonas selváticas y la orilla del mar; por ejemplo hay que caminar hasta El Aguacate, donde pueden nadar un poco o ir hasta los pozos sopladores, o playa amarilla; Sapzurro y La Miel, pueblos separados por la frontera colombo-panameña, con playas como cabo tiburón del lado de Sapzurro o el duty free del lado de la miel. Más cerca de Capurganá están, la coquerita, un refugio en la montaña, con una piscina de agua dulce natural, y una de agua salada, un poco movida con marea alta pero muy divertida, donde los peces aprovechan de comer los dedos de los visitantes; las cascadas de El Cielo, muy lindo lugar, y también pueden quedarse en las playas de Capurganá, que son la opción más fácil y de menos esfuerzo. Ya desde Capurganá empezamos a mirar nuestro paso a Panamá con más seriedad, pues era por mar y por lo que nos habían dicho, la marea estaba anormalmente alta por lo que podría ser un viaje movido. Importante tomar en cuenta que se debe hacer migración, y quizás el agente de migración puede ser un poco complicado, por lo que es mejor que lleguen un día antes para informarse bien y poder tener todo en orden, también en algunos casos piden demostrar fondos suficientes y modo de retorno, pregunten en el hostal donde se estén quedando, siempre hay quien sabe que piden y así igual están preparados. Finalmente, e l viaje desde Capurganá hasta puerto Obaldía, terminó siendo bastante tranquilo, especialmente porque el señor de la lancha que nos llevó tomó todas las precauciones necesarias, incluso llegando a detener por completo la lancha en varias oportunidades para evitarnos un susto. Capurganá fue una hermosa experiencia, que nos permitió despedirnos de Colombia de la mejor forma que era posible, y dejándonos con tranquilidad de que si debemos volver, lo haremos sin ningún problema; de la misma forma, este lugar nos permitió empezar a ponernos en la mentalidad de viajeros, para enfrentar lo que se venía.